El déficit de geriatras y gerontólogos en Bolivia es de al menos 79%, es decir que hay pacientes adultos mayores sin doctores o que no acceden a estos especialistas.
Si bien, por la falta de geriatras los adultos mayores pueden acudir a otros especialistas para calmar sus dolencias, pero el “tratamiento inespecífico” deriva en problemas de iatrogenia con el consecuente gasto innecesario de recursos económicos, afirma el presidente de la Sociedad Boliviana de Geriatría y Gerontología, Wilfredo Villarroel Lafuente.
Desde el año 2002 cuando se creó el viceministerio de la Tercera Edad, los diferentes gobiernos de turno trabajaron más en el tema de la inclusión del adulto mayor por medio del Bonosol y ahora mediante la Renta Dignidad, y muy poco se hizo para fomentar la especialización en temas de vejez.
“En Bolivia no pasamos de 23 geriatras a nivel nacional -especializados con maestría- para el millón de adultos mayores que tenemos estadísticamente en Bolivia”, dijo a ANF Villarroel Lafuente.
El geriatra es el especialista que se preocupa de los problemas y enfermedades de los adultos mayores, cómo prevenirlas y manejarlas, y del proceso de envejecer; no sólo del aspecto médico, sino también de aspectos sicológicos y sociales que habitualmente acompañan a este proceso.
Para el año 2020, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 1.099.785 personas están en el rango de 60 años de edad o más, lo que equivale al 9% de la población total. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que se es adulto mayor a partir de los 60 años en países subdesarrollados y desde los 65 años en los países desarrollados.
De acuerdo a estos datos, en Bolivia hay un geriatra para 47.816 adultos mayores, cuando la recomendación es de un especialista para 10.000 mayores de 60 años.
Villarroel dice que desde 2002, cuando fungió como viceministro de la Tercera Edad, se dio a la tarea de formar y capacitar recursos humanos, y ahora lo sigue haciendo desde la presidencia de la Sociedad de Geriatría y Gerontología.
Dice que actualmente se están formando seis especialistas en la residencia de Geriatría del hospital clínica Viedma, en Cochabamba.
Los pocos geriatras del país se encuentran distribuidos principalmente en las cajas de salud de las ciudades capitales, mientras se crece de especialistas en las áreas rurales.
Del total de adultos mayores, el 65 por ciento vive en áreas urbanas, lo que equivale a 717.963 personas; mientras que 35 por ciento habita en áreas rurales, equivalente a 381.822 personas. El departamento de La Paz concentra la mayor cantidad de habitantes mayores de 60 años, seguido por los departamentos de Santa Cruz y Cochabamba.
Villarroel cita como ejemplo que en Santa Cruz hay solo tres especialistas, en Sucre dos, en Tarija uno y en Oruro se están formando cuatro residentes. Muchos de estos especialistas tuvieron que formarse en Brasil, Cuba, Uruguay y México.
Una de las políticas que planteó la Sociedad es que en el área de posgrado se convoque como mínimo 10 residencias de Geriatría al año, para lo cual se trabaja con el Comité Nacional de Integración Docente Asistencial e Investigación (CNIDAI). Además, se trabaja en un proyecto para que en pregrado de la facultad de Medicina se incluyan dos materias sobre envejecimiento para incentivar a optar por la especialidad.
Iatrogenia por falta de geriatras
Villarroel asevera que la falta de especialistas para tratar enfermedades en los adultos mayores está generando problemas médicos cuando son tratados por otros expertos. Dice que consecuencia de esta situación viene el problema de la iatrogenia, que es un daño a la salud de la persona, causado o provocado por un acto médico involuntario.
“Se están haciendo tratamientos inespecíficos para el adulto mayor porque definitivamente no es igual recetar y dosificar a un adulto mayor que a un adulto joven”, apunta.
Dice que las iatrogenias se producen a nivel del organismo del adulto mayor cuando éste “pide de todo y de nada” y el médico familiar, que no es especialista en geriatría, “le da por doquier seis a siete medicamentos”.
“Entonces hace una polifarmacia y después vienen las consecuencias que son biológicas: problemas de úlceras gástricas, problemas hepáticos porque hay medicamentos que no debe tomar y toma, y esto produce efectos secundarios, entonces estas son las consecuencias de las iatrogenias, efectos farmacológicos, que causan patologías como las famosas úlceras gástricas medicamentosas”, apunta.
Indica que esta situación además de un daño al paciente representa un gasto innecesario ya que los medicamentos no producen efectos en el adulto mayor y constituyen un “expendio insulso de recursos para las Cajas de Salud que en un alto porcentaje registran iatrogenia al no contar con especialistas en geriatría”.
Enfatiza, según cálculos en base a estudios, que las iatrogenias en las instituciones de salud llegan hasta un 68 por ciento por falta de especialistas.
No obstante, dice que la población y las familias ya se han dado cuenta de la importancia del geriatra en la sociedad, que el adulto mayor debe ser atendido por un especialista y no por un médico internista, endocrinólogo o cirujano.
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