La cifra récord de incendios que asolan la Amazonía, la Chiquitanía boliviana y a las sabanas africanas ha causado indignación internacional debido a la importancia de la selva para el medio ambiente mundial.
La pregunta del millón es cuál o cuáles son las causas para que se produzcan estos siniestros que afectan al medio ambiente.
Los incendios en la Amazonía a menudo se hacen a propósito para despejar la tierra. Después de que los aserraderos extraen la madera, los especuladores queman la vegetación restante para despejarla con la esperanza de vender la tierra a los agricultores y ganaderos.
La Amazonía lleva varios meses en su estación seca, durante la cual los incendios pueden propagarse más fácilmente y quedar fuera de control.
Los ecologistas dicen que los que provocaron los incendios han sido alentados por los llamamientos del presidente brasileño Jair Bolsonaro a un mayor desarrollo de la Amazonía y al pensar que no serán castigados.
La deforestación ha aumentado un 67 por ciento interanual en los primeros siete meses de 2019 y se ha triplicado con creces en julio. Los ecologistas señalan que los que deforestan son los mismos que inician los incendios.
Para el ministro brasileño de Medio Ambiente, Ricardo Salles, —quien considera el calentamiento global como algo “secundario”—, “el tiempo seco, el viento y el calor hicieron que los incendios aumentasen mucho en el país”. Así lo dijo en Twitter.
Sin embargo, tanto las ONG como académicos y científicos coinciden en que, dadas las dimensiones del fuego, la mano del hombre está detrás.
Aunque los incendios son frecuentes en Brasil durante la estación seca, también se inician deliberadamente con el fin de deforestar ilegalmente las tierras para la cría de ganado.
Así ha ocurrido recientemente, cuando el diario local de Novo Progreso (estado de Pará) convocó a inicios de mes un Dia do Fogo (día de fuego), en el que decenas de agricultores incendiaron sus propiedades para mostrar su apoyo al presidente Bolsonaro, según las investigaciones que se están llevando a cabo.
“La acción coordinada hizo que el número de puntos calientes aumentara en un 300 por ciento”, explicó a la BBC, Rômulo Batista, de la campaña Amazônia de Greenpeace.
De acuerdo con el INPE, los datos sobre incendios en todo Brasil hasta este mes son los más altos en siete años.
“La controversia actual se debe al extraordinario crecimiento de la deforestación en julio de 2019. Aunque es demasiado pronto para saber si se trata de una tendencia”, sostuvo Carlos Góes, investigador jefe del “think tank” paulista Instituto Mercado Popular.
Para Nurit Bensusan, del Instituto Medioambiental, una organización sin ánimo de lucro que promueve la conservación y los derechos indígenas, cuyas poblaciones alcanzan el millón de personas en la Amazonía, los incendios no son una venganza de la naturaleza, “es algo muy humano”.
Según Greenpeace Brasil, en la Amazonía los incendios son una de las herramientas para el desmatamiento. De 2000 a 2017, se perdió un área similar a la de Alemania, es decir cerca de 400 mil kilómetros cuadrados, según la Universidad de Oklahoma.
Desde que Bolsonaro llegó al poder —alertó The Economist— los árboles han desaparecido a un ratio de dos Manhattans por semana.
Los científicos temen que la continua destrucción de la Amazonía pueda empujarla hacia un punto de inflexión, después del cual la región entraría en un ciclo autosostenido de muerte forestal al pasar de selva tropical a sabana.
EL CALENTAMIENTO GLOBAL AUMENTA
Las temperaturas mundiales nunca habían aumentado en los últimos 2 mil años tan rápidamente como ahora, según datos publicados recientemente que deberían callar a los escépticos del clima climático.
El primer estudio, publicado en la revista Nature, destaca que durante la “pequeña era glaciar” (de 1300 a 1850) si bien se registró un frío extremo en Europa y EEUU durante varios siglos, no ocurrió lo mismo en todo el planeta. Los investigadores utilizaron datos de temperatura compilados a partir de cerca de 700 indicadores.
ISLANDIA SE REPLANTA
Antes de ser colonizada por los vikingos, Islandia estaba cubierta de bosques. Pero los temibles guerreros arrasaron con todo y la isla es reforestada actualmente a marcha forzada, en virtud de la biodiversidad y del clima.
Desde los años 1950 y, sobre todo, 1990, el paisaje del gran peñasco que es Islandia ha recuperado algo de su verdor original gracias a un ambicioso plan de reforestación. Se replanta a marchas forzadas, como ocurre en Hafnarsandur (sudoeste), una amplia extensión de 6 mil hectáreas de arena negra y basalto.
EL PELIGRO DE LA EXTENSIÓN DE LA FRONTERA AGRÍCOLA
REDACCIÓN CENTRAL
En el caso boliviano, si bien es simplona la referencia mecánica causa-efecto de disposiciones legales que viabilizan los chaqueos o “quemas controladas” y la extensión de la frontera agrícola, como detonantes del incendio de la Chiquitanía y del Pantanal; hay que decir que las apuestas gubernamentales ya han sido funcionalizadas por una apuesta desarrollista que, en muchos casos, ha derechizado la política gubernamental (haciendo que adquiera compromisos que van en contradicción con la propia Constitución y con la enarbolada “defensa de los derechos de la Madre Tierra”), dijo Rafael Bautista, director del “Taller de la descolonización”.
Bautista dijo que este viraje desarrollista que festeja el crecimiento como único fin económico, lleva al “gobierno del cambio”, inevitablemente, al pacto con los grupos de poder que influyen en el viraje de la producción nacional a la exportación.
El presidente Morales acusó a “algunos grupos” de pagar a jóvenes para provocar varios de los incendios que han devastado bosques y pastizales en la Chiquitanía con el objetivo de culparlo por esas emergencias.
El jueves fueron detenidas tres personas acusadas de ser los autores de incendios premeditados.
POLÉMICO DECRETO SOBRE DESMONTES Y QUEMAS
El 9 de julio de presente año, el presidente boliviano Evo Morales promulgó el Decreto Supremo 3973 que daba luz verde para que los departamentos de Santa Cruz y Beni procedan al desmonte y quema “controlada” de bosques, para las actividades en tierras privadas y comunitarias.
Dicho decreto modificó el artículo cinco del DS 26075 del 16 de febrero de 2001 por el cual se determinó que “en los departamentos de Santa Cruz y Beni, se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias, que se enmarque en el manejo integral y sustentable de bosques y tierra, conforme a los instrumentos de gestión de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), y sus Planes de Uso de Suelo vigentes (PLUS).
Sin embargo, los incendios forestales arrasaron a la fecha, 1,2 millones de hectáreas de bosques y pastizales en la Chiquitanía, que cuenta con un bosque seco único en el mundo.
Ante la magnitud del desastre ecológico, el pasado martes, la ABT acató una “pausa ecológica” emitida por el Gobierno.
En consecuencia, la ABT dispuso la suspensión de todo trámite de desmontes en oriente boliviano.
ANÁLISIS
Corsino Huallata Ibarra. Médico veterinario
Peligran los ecosistemas de la Amazonía y la Chiquitanía
Las consecuencias de los incendios en la Chiquitanía y la Amazonía son funestas porque afectan a la flora y fauna silvestres nativas (endémicas), entre las que están miles de especies forestales y no forestales propias del lugar, microrganismos que controlan la interacción bioquímica de la naturaleza. Es más, se han perdido organismos que podrían haber sido la salvación de la población de varias enfermedades emergentes y reemergentes.
Por otra parte, el humo no solamente afecta al área donde ocurren los incendios, sino que llega a áreas de países vecinos y las cenizas afectarán en la alimentación y contaminarán los ríos del lugar, perturbando a los pobladores indígenas que viven en esas zonas.
Los tiempos